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¡Casarse siempre valdrá las alegrías!

Ana Mercy Otáñez amercy@gmail.com

Momentáneas o no, las alegrías y los instantes de felicidad siempre serán estaciones emocionales que hay que vivir y procurar que perduren. Desde que tomé la decisión de volver a casarme he sido blanco de todo tipo de comentarios, insinuaciones, preguntas y hasta he recibido propuestas para contar mi experiencia entre amigas en mí mismas condiciones. ¿Cuándo tomaste la decisión? ¿Qué te llevó a casarte de nuevo? ¿Cuáles fueron los motivos? ¿Por qué con él (Máximo) si habías tenido otras parejas? ¿Qué te casas?, ¿tú no conoces esa palabra? Estas y muchas otras interrogantes íntimas o no, no se han hecho esperar, como tampoco las expresiones de alegría, felicitaciones, los buenos deseos, las bendiciones, las risas por mis respuestas o por las ocurrencias que me caracterizan, el camino al día amarillo, el haber elegido un color, los preparativos, las familias, las amigas y hasta los no simpatizantes de la ideaÖ Todos, sin importar distinción, ni las emociones que me transmitan me han hecho entender que nuestras decisiones deben ser sensatas y tomadas en frío, porque no sabemos cuándo nuestro accionar puede estar inspirando a otros o simplemente abriendo las puertas a nuevas oportunidades: en el amor, en lo laboral, en el crecimiento personal, en cualquier área. ¡Sí! Tengo testimonios de quienes quieren seguirme los pasos y de sus entusiasmosÖ Y es que las decisiones se convierten en un largo trajinar de acciones que involucra un simple paso que se hace diariamente. ¡Yo elegí ser feliz! Y eso incluye ver el lado positivo de las cosas. Yo elijo diariamente a mi esposo y esta decisión lo incluye todo. Gracias a la preparación humana que decidí asumir hace un tiempo; hoy tengo la satisfacción de vivir la vida que quiero y he llegado a un punto de madurez en el que estoy dispuesta a construir y a arreglar, no a desechar y a comprar de nuevo. Reconozco que aunque no lo tuviera en mis planes siempre he creído en el amor, por lo que no me casé para salir del mundo de las solteras, ni de la soledad, en ambos elementos encontré disfrute y dificultades. Casarse siempre valdrá las alegrías si lo haces enamorado, si encuentras en la pareja las condiciones humanas que te complementan y pueden volar juntos, no por salir de un estado, mejorar la situación económica o vivir en una mejor casa. ¡Si lo haces así siempre serás infeliz! Quizás las interrogantes surgen por nuestras personalidades. Ambos siempre presumimos de nuestra libertad y nuestro espíritu aventurero, de lo consciente que estábamos de que cada quien debe realizarse individualmente para poder dar lo mejor de sí, primero para una misma y luego para el otro. Muchos años de soltería fue el mejor máster para ir al matrimonio, porque a veces el amor como único y solitario sentimiento no es suficiente y mucha gente al hablar puede dejar al descubierto lo que son y como sienten, esto no las hace malas personas, pero si infeliz, dejando a la vista sus vacíos existenciales y las cargas emocionales. Emprender una nueva vida de casada se hace con mucho amor, compresión, seguridad, fe y positivismo. Sin miedo a fracasar ni a las críticas. ¡Y todo estado que produzca felicidad vale las alegrías! Nos reencontramos la próxima semana.

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